27.6.14

Volver, como animales, a marcar el territorio (hollar el pasto que nos alimentó la infancia, morder los frutos de un pasado que se achica, envolverse como bajo una manta en un pretexto para invocar los días en que el placer o el sosiego fueron marca). Despreciar el amplio parque de la tierra por ese rincón de confusa melancolía, por su único parque, por sus pocas calles aún de tierra, por sus idealizados habitantes, por su gloria mitológica. Esa fatalista necedad de morir sobre la misma tierra
es muy cercana a la castración, al miedo que sintió el hombre en su caverna al ver el haz de luz.

No hay comentarios.: