Brinca la liebre de tu nombre
en la noche de mi boca.
Asustada,
trémula se agita la liebre, se alimenta
rebuscando en el pedregal de mi dentadura.
Imagino a veces tu nombre
como un barco que navega el mar de mi saliva:
zarpa hacia el mar interior, ronronea la blancura de sus pañuelos
en el muelle de la lengua
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