Cualquier pretexto es suficiente, cualquier detalle basta, cualquier invención es trampa bastante amplia para ejercer la escribanía. La escritura es el más placentero acto de traición en que pueda incurrir un hombre igual a otro hombre en las carencias y los excesos.
Quien escribe lo hace inoculándose su propio veneno, para hacerse inmune a sí mismo. No cuenta uno para asombrar o ser admirado: lo hace porque no puede evitarlo; un mitómano no es culpable de su lengua, ni quiere asumir parte en la culpa si no puede disfrutarlo.
Es una mentira que lo escrito es lo sentido. Lo escrito es mentira y nada más, palabrería que se ha de llevar el viento, y algunas veces quedará impregnando el aire con su putrefacción de siglos. Como hombres o animales temerosos denuestra propia fugacidad erigimos sobre la conciencia altares para hombres que, con una capacidad de asombro mayor a la nuestra, y por ello más pura y a salvo de cursilerías, le pusieron nombres a las cosas de este mundo.
Uno escribe para dar fe de su intermitencia, para ser olvidado: paradoja.
Quien escribe lo hace inoculándose su propio veneno, para hacerse inmune a sí mismo. No cuenta uno para asombrar o ser admirado: lo hace porque no puede evitarlo; un mitómano no es culpable de su lengua, ni quiere asumir parte en la culpa si no puede disfrutarlo.
Es una mentira que lo escrito es lo sentido. Lo escrito es mentira y nada más, palabrería que se ha de llevar el viento, y algunas veces quedará impregnando el aire con su putrefacción de siglos. Como hombres o animales temerosos denuestra propia fugacidad erigimos sobre la conciencia altares para hombres que, con una capacidad de asombro mayor a la nuestra, y por ello más pura y a salvo de cursilerías, le pusieron nombres a las cosas de este mundo.
Uno escribe para dar fe de su intermitencia, para ser olvidado: paradoja.
1 comentario:
Luisa Valenzuela, citando a Kurt Schwitters, dice: "Nunca olvides que el arte lo libera a uno de la vida."
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