Me comen la curiosidad y sus gusanos
saber en que zarzales se flagelan tus pupilas
qué cárdenas señas te delinean el paisaje del cuerpo
en qué espesos manantiales abrevarás ahora
qué pastizales despeinarán tus pasos de cervatilla en celo
en qué reptílidos parajes -dicen los que saben- bifurcarás tu lengua
buscando al nuevo pez que muerda el gancho de tu anzuelo.
Qué historias te conmoverán ahora, lejana y deseable
para estas manos que te van olvidando sin que te olviden
Inclemente me muerde la perra desesperación de no saberte y sospecharte
y me alivia el agua que es no saberte ni sospechar
en qué páramos andarás diseminando tus orgasmos
si habrá otro -lo habrá, seguro- que los invoque con la misma eficiencia
y con las mismas armas. Sabré.
El tiempo en que cupimos es una niña que agoniza,
hambrienta y desolada, chaparrita. Mira sus paisajes,
con remiendos por doquiera, mugrosos, deslavados,
llenos de lodo y vómitos de borracho.
Algunas veces me compadezco, le tomo el pulso siempre débil,
le canto una canción de cuna, dejo un beso en su frente,
que duerma sin sobresaltos su último sueño.
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