21.3.10

hoy

Ella se pasea en el patio con las piernas largas que asoman debajo de su faldita, amasa entre sus labios algunas palabras, mira crecer las enredaderas con su mirada de gaviota; se inclina luego para abrazar a Corder, lo levanta por los cielos y él imagina el interior de un avión que todavia no aborda, pero sin el ruido de los motores; piensa en su padre y apuesta que nada va a cambiar, que un día saldrá a buscar camaleones al campo y le dará lo mismo comer iguana que conejos, que nunca entenderá dónde se esconde la diferencia entre masticar una pierna de tejón y un tajo de venado, que los hombres y las mujeres se inventan las palabras para hacerse ver mayores, que su abuelo era un anciano con boca de locomotora, por el humo, y por los gritos con que lo llama cuando va a buscarlo.
Se amontonan los recuerdos como niños pequeños a golpear la puerta de la resaca, gritan, rascan las paredes, como lobos de cuento soplan y soplan, aullan. Entonces miro al techo de nubes, cierro los ojos, ligero me recuesto sobre el pasto, y vuelvo a ser de hierba mientras te recuerdo.

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