Carmen
Digo adiós y se me incendia la garganta
digo adiós y vuelvo a ser el niño con sombrero
que se partió la madre por mirar el cielo
al escapar de un perro bravo,
y todavía manotea buscando en el espacio hueco un asidero
Digo adiós y los caballos salvajes tiran de mis huesos
me hacen polvo, me revientan las coyunturas
y me dejan tirado en el insomnio,
en las calles donde mujeres de otros nombres
muestran su sexo a los mendigos.
Digo adiós y la perra desesperación me hace sudar la gota gorda,
todo lo que hallamos juntos se despereza y sale a recorrer el mundo,
vuelvo a ser el adolescente que se cerró la herida del corazón
con aguardiente, digo adiós y la perra desesperación, otra vez,
se suelta las amarras para morderme el costado
y me dice que entienda de una vez no es lo mismo estar solo
que estar sin tí, que nada es igual después de haber lamido tus pies.
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