21.5.09
...
La propuesta era perpetuar indefinidamente el luto,
las oraciones a destajo,
permitir aflorar las canas, pero sin alcanzar de nuevo la vejez,
ese terreno en que pacen somnolientas las angustias.
Encanecer sin preguntarse por qué se han perdido las otras horas,
en que poco importó ser salvo o salvaje,
bailar con fieras a la orilla de cualquier río,
y tampoco importaban los nombres de las cosas,
caer como un madero en medio de la lluvia,
abrir los ojos, abandonada en una balsa la memoria.
La promesa era tejer la historia como una red para aprendices de pescador,
desgastar la voz en la misma canción que nos acercó al fuego,
que nos sembró el sosiego en la boca del león.
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