28.5.09

Alonso

Ana:
Te imagino sentada en tu mecedora, la mirada perdida en una de las paredes de yeso, mitad verdes, mitad blancas, pobladas todas de telarañas, contándole tus penas al altar en que descansa la fotografía de tu marido recientemente muerto.
Te imagino sola en la penumbra de tu kaltik, peinándote el cabello mientras a tu alrededor cabalgan desbocados los recuerdos; el viejo televisor y el reproductor de LP's se quedarán inmóviles en esa habitación donde tus nietos pasaban las noches cuando la borrachera los sorprendía lejos de casa, cuando perdíamos una pelea, y cuando ganábamos. Seguramente ahora estarás viendo cómo fue creciendo tu casa y se fue llenando de críos que luego crecieron y se fueron a sitios de los cuales tú no conocías más que el nombre y cuando volvieron traían en la mirada las huellas del viaje y otros críos que te decían abuela, que rompieron tus platos y se hicieron un refugio en tu corazón; que también se fueron alejando y haciéndose mayores, caminando ahora por sitios de los que no te sabías ni el nombre, pero también ahora rezabas por su salvedad, porque no les devorara el sosiego algún espectro.
Te imagino comiendo a solas, encorvada del ánimo, rodeada de recuerdos.

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