26.9.08

Arráncame de una vez toda la ternura acumulada en los bolsillos.
Quédatela para tí, oculta en cualesquier rincón de tu voz infantil
cuando susurro, casi ronroneo,
en el más lejano resplandor de la ciudad tuya
atrancada contra las siete puertas ciegas de ese desierto que hoy no habitas.
Arráncame la ternura de una vez,
déjame desnudo, sin nudos, masticando mis miedos
como hojas de coca.
Es lo poco que tengo para salvar del incendio.

Déjame sólo con la rabia para salir y abrasarme de mundo.

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