
Mis manos se aprendieron
el aullido indiferente que los árboles
dejan escapar de sus ramas cada crepúsculo
para invocar la inmortalidad de las hojas caídas.
Si vienes conmigo asegura las puertas,
atráncalas, déjalas calladas a cal y canto,
el aullido indiferente que los árboles
dejan escapar de sus ramas cada crepúsculo
para invocar la inmortalidad de las hojas caídas.
Si vienes conmigo asegura las puertas,
atráncalas, déjalas calladas a cal y canto,
rézales un conjuro, cúrales de espanto el sueño;
pero deja en paz el sueño frío de los candados
ellos no saben de los pasos que aguardan
por nuestros cadáveres
en cada caverna o calle iluminada del planeta
además temen a los ladrones del amanecer
y a las ratas que visitarán las ruinas de este presente
cuando nuestros silencios hayan partido.
pero deja en paz el sueño frío de los candados
ellos no saben de los pasos que aguardan
por nuestros cadáveres
en cada caverna o calle iluminada del planeta
además temen a los ladrones del amanecer
y a las ratas que visitarán las ruinas de este presente
cuando nuestros silencios hayan partido.
1 comentario:
Ohh, bueno, pero los silencios son dueños y señores, ojala se vayan cuando deban, usted deles libertad de elección.
Saludo.
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