mi padre era un hombre sabio
y un cobarde
eso lo supe el día que buscó
hacerme sentir una vez más
como un niño torpe
y salió de casa conteniendo la quijada
con las líneas rojas de la tarde dibujadas en los ojos,
cabizbajo
como un dios al que le tendieran la carta de despido.
2 comentarios:
así pasa cuando los templos tiemblan y uno ve que los arquitectos no son Dioses...
todo sabio tiene derecho a tener momentos de cobardía, sobre todo cuando el cielo se derrumba como un ropecabezas volteado. yo también caminaria cabisbaja cuando en vez de ver luz veo gris
Publicar un comentario