cuando no queda una gota de agua
en casa para lubricar el whisky de la mesa
sacudo la calle
zancudo en la calle revoloteo
todas las puertas cerradas
todas las tiendas clausuradas
todo el pueblo se sumerge en plomo
cuando el patio no alcanza para siete locos
y el más pequeño siente su orfandad agredida
el día llega sin ruido de gallos en el lomo
antes del desayuno cargo el revólver
preparo el banquete para recibirme,
invento que sueño y salgo otra vez al patio,
respiro profundo:
las cenizas siguen quietas, arrulladas por el viento
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