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Aunque amanezcan las calles sedientas de sangre, y los militares como meseros serviles se afanen en servirles, no las alimentaremos con nuestros sueños ni por equivocación. Que las alimenten dios y sus castradas mascotas.No volveremos los pasos andados, no bajaremos la mirada -ese es trabajo de escarabajos-, no lloraremos, no rezaremos -que lo hagan los desesperados-, no callaremos. Tomaremos un arma y derribaremos a los cuervos que anhelen nuestros ojos marchitos y escribiremos poemas con sus picos.
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