24.6.09
Aquí soy otro. Aquí la mandíbula se rebela, se alza mástil, se yergue viento, lame, muerde.
Donde digo agua hierve una mujer desnuda, su cabellera es la puerta a la noche, tren interminable. Donde escribo llegada empieza el viaje, la ceguera.
Repito los pases mágicos, revuelvo la signatura de la esfinge, muerdo un labio triste: un aleteo reviste las horas congeladas de los campanarios.
Este que soy transmuta en caballerizas incendiadas, en auroras boreales, en crisálida mientras exuda el miedo. Es otro, no yo, el que habla, quien despotrica. Interminable abro las puertas, las ventanas, dejo limpias las alcayatas, escribo en las paredes: todo tiene la marca del vacío.
Morderé los flancos de los árboles, seré otra vez el mismo, terrible y tierno, humano y extraviado.
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