9.5.09

Todo lo que quedó

Padre, hemos muerto esta mañana, antes del primer canto del gallo, antes que mi abuela encendiera el fogón para calentar el hambre.
Ha dejado de llover, padre, mientras dormíamos, mientras germinaban los gusanos en nuestras bocas cerradas hace siglos para no llamarnos, para salvar las distancias con este odio, este terror.
Todo lo que fuimos quedará a merced de los otros, todo lo que quedó estacionado en los aparcaderos de esta historia se llenará de polvo, de alacranes, de almas en pena, borracheras, y alguna que otra canción, cualquiera pretenderá describirlos con la fidelidad del testigo presencial de el crimen más elaborado, de la más simétrica, exacta muerte. Esas voces clausuradas con reciprocidad donde se empollaron nuestras muertes hablarán ahora para sincretizarnos, hacernos una misma y única ceniza: el olvido.

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