11.2.09

Partes de lo mismo


Eres el fango que aletea extraviado en mi vena como un ave ciega.
De tus colmillos cuelga una oración sin palabras estructurada sobre los basurales del miedo,
el puente que destrozaron nuestras hordas,
la herida con nombre de mujer que un día de junio nos tocó como un rayo y nos rehizo ceniza,
la calle por donde viajaban, plácidos, tus fantasmas,
el candor que como un sombrero descuidado nos arrancó el viento mientras envejecíamos.

En tus manos crecen remolinos con olor a los días llenos de pasto de la infancia,
a la marea que me soldó la boca bajo un manto de gaviotas,
al musgo que me cubrió los ojos cuando el día desempolvó sus velas.

Bajo tus plantas reposa como un hongo mi tristeza,
desnutrida y flaca, como mi coraje.

Padre, la misma tierra nos negará el cobijo,
y moriremos el mismo día, a la misma hora,
pero bajo la sombra calcificada de distintas
ciudades.

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