Este que miras resopla como un animal herido. Como un río se va desbordando sin mucho ruido, guardándose para más tarde las implosiones que habrán de llenarle el vacío de imágenes o salpicaduras de color, sobre esa pared poco precisa de la memoria. Este que miras tiembla de ansiedad y se recuerda de las primeras lecturas que le hicieron mella: recuerda un tigre persiguiéndolo entre sueños, implacable.
Este que miras aguarda tras la puerta a que vengas para terminar de una vez por todas de enumerar los pliegues que se ocultan bajo tu falda y para aprenderse de memoria el nombre de cada uno de tus lunares.
Este que miras aguarda tras la puerta a que vengas para terminar de una vez por todas de enumerar los pliegues que se ocultan bajo tu falda y para aprenderse de memoria el nombre de cada uno de tus lunares.
2 comentarios:
Persistente, como el ideal de la memoria. En prosa o en verso, las palabras parecen brotarle de la herida, bajo la forma de eso que llaman sangre.
Creo reconocer en sus textos, dos temáticas reitertivas: la desolación por el amor y la desolación por el hombre. Somos una gran pila de basura.
Como siempre, es un placer leerlo.
Esta costumbre mía no ceja ni un instante.
Reciba un abrazo fraternal.
Ruah
juar, esto apesta, a estiercol de lombriz (entiendase, a nada)
veo laberintos borgiano,matizado con cosillas de xavier velazco, aja y................
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