soy
una caballeriza
que se incendia
en medio
de la tarde
un hombre
-yo mismo, ya viejo
y acobardado, otro-
me mira
En el foso que son sus oídos
resuenan relinchos ahogados
una mujer de pasos sigilosos
-serpiente, quizá pantera-
lava las ventanas amarillas de sus ojos
Su sonrisa se desvanece
poco a poco
al ritmo que le marca la ceniza.
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