paso sombra por las esquinas
me pego lapa o enredadera a las paredes
salto liebre, no del matorral, hacia él
me hundo ciudad herrada en el sofá
escarbo buscador de oro en mi piel árida
deletreo borroso las sílabas diarias
suelto larga la lengua sin público
remarco harto las heridas del corazón
o recuerdo un nombre de mujer, cualquiera
y suelto dos o demasiadas lágrimas
-no de cocodrilo-
sobre mi cama tumbaabierta
luego me fumo un cigarrito -sin mota-
y preparo una cena para dos:
el hambre y mi estómago.
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