tag:blogger.com,1999:blog-326248322024-02-06T23:07:24.786-06:00Hiedra Barel niño piensa: estoy frente a un pelotón de fusilamientoJuvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.comBlogger309125tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-54026856649574088892016-01-13T16:46:00.001-06:002016-01-13T16:46:38.088-06:00Noé sin arca naufraga en Xico una madrugada de 1996Hey! Pinche Flaco!<br /> compadrito de mezcales<br /> padrino de alguna borrachera<br /> mítica como la fundación mítica de Chalco Solidaridad<br /> cuándo nos vamos<br /> a trazarle el orden <br /> el crecimiento urbano<span class="text_exposed_show"><br /> a la periferia de norte 16<br /> o mejor<br /> caigamos a las pulcatas<br /> que a la tarde el epitafio diga<br /> sobre nuestra resaca:<br /> No se pulque a nadie de mi muerte.</span>Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-16272671596084262562016-01-13T11:37:00.007-06:002016-01-13T11:37:58.264-06:00el verde, el siempre verde<br />el buen Silvio era verde / era blanco / y era rojo por añadidura<br />era la bandera<br /><br />él más viejo<br />patrimonio de la humanidad chelero acateca<br />el menos<br />broncudo del barrio de calvarito<br /><br />jugando<br />a estar borracho le pegaba<br />sendos tragos/besos a su botella<br />nave espacial<br /><br />se echó un clavado<br />en su patio<br />y se fue nadando<br />hasta evaporar sus huesos/alcohol del noventaiséis<br />
<br />
2006, noviembre 13 Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-28580625278983096602016-01-13T11:37:00.004-06:002016-01-13T11:37:24.111-06:00quedé<br />colgado<br />de tus promesas<br /><br />piel con sol<br />sin maquillaje<br />menuda borrachera<br />andar contigo<br />rodeando las casa del pueblo<br />tronando toritos<br />y disolviéndonos en mezcal puro, de nanche, de toro,<br />de punta y de pechuga, en tequila<br />bailar debajo del castillo en plena erupción<br />subir al Cruzco en una de esas sonrisas que te sacabas de la manga<br />hacerme el loco para no ir corriendo a buscarte<br />y buscarte siempre cuando en Ayutla aterrizaba<br />tu cuerpo<br />mantra inestable<br />deseablemente salado<br /><br />ronquita tu voz futbolista<br />carrera a trompetazos<br />por Colozapan o Cruzapan<br />como sea<br />porque era contigo<br /><br />ver las peleas de borrachines bajo el agua<br />regresar al pueblo y esperarte<br />era contigo<br /><br />la lluvia<br />
quedar mudo<br />
dislocarle las ganas a la soledad era contigo<br />unos días<br /><br />
otros<br /><br />la batalla era conmigo<br /><br /><br />
<br />
2006, noviembre 13 Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-54375050024981139242016-01-13T11:36:00.000-06:002016-01-13T11:39:44.794-06:00plaza de la alcoholizaciónpocas veces<br />
cerramos los ojos<br />
en mitad de la noche<br />
<br />
cuiriano machín y erino<br />
rodaban de banqueta en banqueta<br />
como canicas sin dueño<br />
<br />
despostillados<br />
con lodo<br />
y caca de perro<br />
en los talones<br />
<br />
2206, noviembre 10 Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-61233639176798231402015-08-18T13:42:00.000-05:002015-08-18T13:42:46.352-05:00Las piedras en la mano.<br />
Ya la calle está cerrada, disfrazada de colores por manos laboriosas de hombres extraños, que han pasado su vida entera bajo el techo de sus casas, ermitaños, gruñones, desaseados; ya la calle se ilumina en el ocaso, sin lámparas o cocuyos surcando el aire. Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-44656537967860090412015-08-02T19:20:00.000-05:002015-08-02T19:20:33.153-05:00<br />
En el paladar revolotea la paloma indulgente del recuerdo: larga y prometedora la calle de Álvarez o Bravo, repletas de mezcal. El sempiterno Paquito desvelado por la sed de nuestras gargantas adolescentes, la bronca y el rocanrol en Kaltempan, la Colonia y toda la periferia de ese reino que tuvimos a bien llamar Acatlán.<br />
Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-466296082600526852015-08-02T19:18:00.001-05:002015-08-02T19:18:13.028-05:00Pongamos que afuera la lluvia se desboca como un adolescente en su primera borrachera, que uno se guarda bajo el colchón las ganas de salir a dejarse devorar por los dioses paganos de la noche, que mientras en la pared el espejo de descama, el otro juega a cara o cruz con mi sosiego.<br />
Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-43324673648884472602015-08-02T19:00:00.001-05:002015-08-02T19:00:57.463-05:00Escogí, para saborear la locura esta tristeza, el regusto a plomo de un buen mezcal de gusano, de una cerveza oscura o de un beso mentiroso. No hay otro modo de explicar tan alegre y decadente luto por la carnavalesca vida.Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-87577831277571345062014-06-30T18:42:00.002-05:002015-08-02T18:52:32.258-05:00Eras un hombre solo, y de amargas tonalidades en el aura, aferrado a algunos símbolos del pasado -sin oprobio, sin gloria, era pasado- y a la absurda comparsa de esta vida. Y de pronto un día descubriste un ave anidando en tu pecho, que esa ave tenía en su gorjeo una música que te recordó las silabas en que se enmarca, justo e irrepetible, su nombre; y callaste porque sabías que la primera palabra que brotara de tu boca labraría el camino hacia un abismo luminoso que tampoco quisieras nombrar, por un temor aún mayor. Sabes bien la primera frase te llevará irremediablemente a decir, fuerte y claro, el nombre que el gorjeo ya ha dicho, y que al pronunciarlo caerán ante tí las murallas que te permitan tocar el paradisíaco cielo o el agobiante infierno, que tras ese paso final no habrá marcha atrás, ni la apacible calma de las medias tintas, ni el placentero espacio de la especulación amorosa, sino la sencilla y burda realidad, y decides por eso seguir callando.<br />
Entonces te miras al espejo y el cristal mercuriado te devuelve la mirada y una recriminación, y te llama cobarde, y cae el telón.Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-26956011641068946482014-06-30T18:42:00.000-05:002014-06-30T18:42:01.779-05:00Escribes con la prisa del telegrafista...Escribes con la prisa del telegrafista: breve y justa, la oración que escribes dice más de lo que calla.<br />
Su lectura es como picadura de alacrán, o mordedura de cascabel: aunque dolorosa, no precisa demasiado tiempo para edificar su reinado de muerte sobre el cuerpo.Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-28523670290389469202014-06-30T18:33:00.001-05:002014-06-30T18:33:42.898-05:00El libro que no recuerdo tiene tu labial impregnado en las solapas. Sus páginas dan cuenta de una historia enrevesada de caballeros sin princesas, de sapos que por fin declaraban su miedo a convertirse en príncipes u objetos sexuales para las desviaciones zoofílicas de la primera adolescente que habiendo decidido las ganas de evadir a sus compañeras de lúbricos juegos quisiera desquitar en su reptílida piel sus ganas.<br />
Te reíste siempre de su título, y tal vez por no escuchar en el cuenco de los recuerdos tu risa de niña juguetona, también lo olvidé como se olvida uno de las llaves de la casa, o el juguete más querido en el vestíbulo del vecinito incómodo, petulante y que por orgullo no regresa uno a reclamar el pedazo de vida que se ha olvidado, aunque sientas en el esternón un golpe seco que te roba el aire y como si un pedazo de tu carne se quedara lejos de ti, como un hueco por el que de ahora en adelante pasará el aire silbando canciones que te hablarán de una mujer, pero ya no será ella, la que olvidaste como quien olvida de pronto cobrar una deuda antigua, por descuido, pero con gran pesar.<br />
Me mirabas pasar las páginas, sonreías, tomabas tu distancia y volvías después como si practicaras un ritual antiguo, como si con ello conjuraras el miedo de estar de nueva cuenta solos, como si en ese ritual te fuera la vida sonreías amarga, radiante y tras una pausa corrías a preparar la cena, y otro ritual daba comienzo, ardía el fuego sobre la estufa, las páginas se sucedían vertiginosas, la noche caía sobre el cuarto estrecho que compartíamos en ese segundo piso, se enlazaban los cuerpos, me olvidaba de lo leído, sólo me quedaban los ojos para el lienzo suave de tu piel.Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-71653204572178848892014-06-30T17:36:00.001-05:002014-06-30T17:36:26.247-05:00Dejas la puerta entornada. Este es, dicen, un barrio peligroso, pero aún está por medio el amplio patio hasta la entrada y la llave hace días se resiste a la cerradura.<br />
Das vuelta a la esquina. De pronto, distraído, perseguido, con frío, miras al cielo y ahí está: el trozo de luna más brillante resaltado por el contraste entre el azul oscuro de la noche que va cayendo y debajo, apenas asomando como un aditamento no menos precioso, la primera estrella de la tarde. Continuas caminando, piensas "estos cielos previos al invierno son magníficos".<br />
<br />Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-20535721555502675982014-06-30T17:27:00.003-05:002014-06-30T17:27:49.260-05:00Pongamos que Juvenal sale a la calle, que ésta tiene sobre sí la mano del invierno como la mano de un adulto sobre la cabeza dócil de un infante, que las tres o cuatro cuadras recorridas le ponen en el umbral del olfato aromas distantes, de otra tierra y de otro tiempo; que el alumbrado público parpadea con la insistencia de una novia coqueta, que esta tierra tiene algo que deja todo estático, como una fotografía en perpetuo movimiento.Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-70219266559745890692014-06-27T11:37:00.001-05:002015-08-02T18:46:19.334-05:00La sensación de pisar territorios predispuestos a la guerra intestina, las madrugadas calurosas, los pandilleritos tropicales durmiendo en los andenes, toda la resaca en permanente incubación y esta certeza de hacerse irremediablemente viejo.<br />
Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-8290142400434877502014-06-27T11:36:00.003-05:002014-06-27T11:36:50.751-05:00<span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">En el paladar revolotea la paloma indulgente del recuerdo. Larga y prometedora la calle de Alvarez o Bravo repleta de mezcal. El sempiterno Paquito desvelado por la sed de nuestras gargantas adolescentes, la bronca y el rocanrol en kaltempan, la colonia y toda la periferia de ese reino que tuvimos a bien llamar Akatlan.</span>Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-59478099650090302812014-06-27T11:36:00.001-05:002014-06-27T11:36:02.058-05:00<span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">El verde cae cae cae cae hasta desmadrarse los huesos y el solitario amor de su borrachera. Los toritos y el castillo ardiendo en la desbocada noche de San Juan, los compadritos rompiéndose la madre en calvarito, cruzco o el carnaval de Zitlala (joligud diría años blues más tarde el pillun y la lira del gusano, el mashak en la versística más pura del universo), ni en los lejanos ring's de chihuahua un camarada se rajó. Paquito xnetsnemakilte sen karton makaijkon té. Amaneceres extravagantes en la costa chica con noches resplandecientes de tambora y ríos infatigables de mezcal.</span>Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-11278180540871619622014-06-27T11:33:00.001-05:002014-06-27T11:33:04.896-05:00<br />
<span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">Traigo en el pecho un diluvio con el sol varado en su cenit. </span><br style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;" /><span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">Esta ciudad no es el infierno, pero qué metáfora se equipara a su calor, sus cantinas de mala nota recién descubiertas, el insondable tráfico de las cuatro de la tarde. </span><br style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;" /><span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">Cuántas metáforas para evitar el sitio común de la suburbial Tlapa y su desbocado Xale. Madonnas y milicia apostando con el narco. La madrugada en sus calles polvorientas. </span><br style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;" /><span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">La invitación a volverse loco por esa amarga sed</span>Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-87058910021892559212014-06-27T10:18:00.002-05:002014-06-27T10:18:38.468-05:00<span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">Si estuviera aquí, el viejo estaría vigilando la perfecta cocción del pozole; dentro de unas horas tiraría un cordón para sacar la lengua del cerdo y con ella el pretexto para empezar a escanciar el mezcal.</span><br style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;" /><span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">Con su camisa de manga corta, a cuadros, colores claros (verde, de preferencia) me mira mientras me pasa la botella. Dudo antes de recibirla, casi me niego, casi como Pedro ante el cadalso niego al mezcal-Jesús. Me recrimina, dice: Tlaxsele, tlin xti Matías? Tlin xtimatiastin? </span><br style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;" /><span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">Argumento irrebatible, acepto mi tarea y empiezo a servir las copas para los insomnes. La primera, claro, la tengo que beber yo. Aquí se enseña con el ejemplo.</span>Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-58898945325422172942014-06-27T10:18:00.000-05:002014-06-27T10:18:19.468-05:00<br />
<span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">El consejo es: mirar a los demonios a los ojos ecuánime, sosegado, como el que sabe que va a morir pero nada en la conciencia le remuerde.</span><br style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;" /><span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">Lo vuelves a ver a centímetros de ti, tan tranquilo; sonríe como diciendo bienvenido de vuelta, viejo amigo.</span><br style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;" /><br style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;" /><span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">El terror es el mismo. El paisaje es distinto.</span><br style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;" /><br style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;" /><span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">Sin sosiego, sin fuerza, apenas alcancé a disiparlo. Sabes que volverá y es como si alguien rompiera a golpe de maza una puerta que sabías impenetrable.</span>Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-61030929050250689282014-06-27T05:44:00.001-05:002014-06-27T05:44:46.835-05:00<span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">Volver, como animales, a marcar el territorio (hollar el pasto que nos alimentó la infancia, morder los frutos de un pasado que se achica, envolverse como bajo una manta en un pretexto para invocar los días en que el placer o el sosiego fueron marca). Despreciar el amplio parque de la tierra por ese rincón de confusa melancolía, por su único parque, por sus pocas calles aún de tierra, por sus idealizados habitantes, por su gloria mitológica. Esa fatalista necedad de morir sobre la misma tierra</span><br style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;" /><span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">es muy cercana a la castración, al miedo que sintió el hombre en su caverna al ver el haz de luz.</span>Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-2086228568097793212014-06-27T05:43:00.001-05:002014-06-27T05:43:27.709-05:00<span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">De una carta escrita en los días inmediatos de mayo 2009, a modo de epitafio, por el día que acaba de pasar. (06 de mayo 2014, quinto aniversario luctuoso)</span><br style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;" /><br style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;" /><span style="background-color: white; color: #37404e; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">Este es un recuento somero de los últimos hechos. En noviembre pasado me llamaron para decirme que el viejo había vuelto de Tlapa con alucinaciones y un poco más desgastado en sus articulaciones. Cuando cumplió 84 todavía se dió el lujo de tom</span><span class="text_exposed_show" style="background-color: white; color: #37404e; display: inline; font-family: Helvetica, Arial, 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 20px;">arse unas cervezas con dos de sus nietos, de saborear -supongo- su último trago de mezcal, desvariar por vez última en las calles que vió crecer, despotricando frente a casas que no existían cuando él aún era un párvulo, de repetirse la gloria que ya se le había escapado de las manos, mitología apenas que mal resguardará su familia; esa noche declaró por enésima vez el sitio que sin méritos llegué a ocupar en su corazón. Alucinaba con pequeñas sombras que lo perseguían, voces atronadoras repitiendo algún conjuro dentro de su cabeza, y tuvo miedo, y lo hizo patente para todos los que lo rodeaban. Lejano como estaba, alcancé a olfatear ese miedo, y éste a golpearme, a dejarme momentáneamente sin asideros, desnudo, empequeñecido quise ir en su busca, y sin embargo me dejé envolver por otras rutinas. En diciembre nos vimos, casi no me reconoció al verme; tuvieron que pasar unos minutos para que mirara en dirección a mi y preguntara por mi nombre, supuse entonces que ya su fin no podía prolongarse más allá de un año, pero no sentí congoja. Al despedirme me tendió la mano, parecía triste, al tiempo que me daba una serie de consejos que a él nadie le dio para sobrellevar el deasosiego.<br />Por los últimos días de abril supe que lo habían internado en un hospital para hacerle una intervención que ya desde octubre venían planeando sus hijos. Lo que me contaron después me permitió entender que José Ángel también esperaba ya un desenlace, si bien no fatal, sí determinante: una semana antes, viajó a Tlapa por última vez, ya había cumplido 86, entregó el cuarto que rentó por más de diez años en Gálvez, sacó las pocas pertenencias y mercancías que aún guardaba allí; puso cierto orden en sus pequeñas cosas, las que para él debieron ser primordiales; en su casa se afeitó, se cortó el pelo, y tomó un baño -que yo imagino largo, placentero- antes de salir con rumbo a la sala de operaciones.<br />Yo estaba en Pueblo Nuevo, Chiapas, esperando a que terminara el estatismo que traen los sábados a esas tierras permeadas por el cristianismo adventista cuando decidí llamar a Guerrero. La voz al otro lado de la línea tenía un dejo marcado de preocupación cuando me dijo que el abuelo había entrado en coma luego de la operación. Pedirme tranquilidad estuvo de más, dejé entrar esa verdad como un camino irremediable a la pérdida, irremediablemente aceptado, ni el miedo, ni la desesperación hicieron estragos, con mi saldo se terminó la llamada, breve, además; un amigo trató de contarme historias de ancianos que sólo me llevaron al borde del decaimiento, así que salí a tomar fotografías, un poco para olvidar que en una camilla fría, indiferente, José Ángel poco a poco se iba apagando. Esa noche el cielo se desprendió por largas horas, mientras pergeñábamos algunos folletos y discurríamos en teorías de crecimiento social y humano, y a lo lejos el mundo se hacía trizas. No quise volver, no tenía ningún caso ver al viejo vegetando: si vivo me costaba trabajo charlar con él, en ese estado no habría sabido qué decirle, así que seguí mi camino a la sierra, y en Año de Juárez ví un ritual de bautismo adventista, supe de las minas de ámbar, y del ámbar verde. Luego, porque la contingencia sanitaria estaba por terminar, volvía al estado de México cuando me enteré que ésta se prolongaría unos días más. En Simojovel supe también -otra llamada telefónica- que a excepción de tres integrantes, toda la familia había estado cuidando al viejo en sus horas de hospital, y que en ese momento él había sido llevado a su casa en Acatlán.<br />Decidí que tampoco iría, aunque tuviera tiempo, porque también empezaba a sentir cierto frío corriendo por la espalda al nombrarlo, porque no sabía cómo iba a afrontar su inmovilidad, de él, que pocas veces descansó, que juraba sus viajes a Tlapa y Xalpa eran para que a la huesuda le costara trabajo hallarlo, para prolongar su búsqueda, para reírse de ella, que un día lo iba a alcanzar. Ya estaba en Morelia mirando el ocaso, planeando salir a la calle, buscar algún pretexto para desvelarme esperando el amanecer, quedarme allí unos días, y luego abrazar la rutina de nueva cuenta cuando sonó el teléfono: hacía una hora el viejo había empezado su última parranda, esta vez por fin a solas.<br />El calendario decía seis de mayo de dos mil nueve. Tomé mis pocas cosas y reinicié un viaje por carretera que ya llevaba veintinueve horas, esta vez de vuelta a Acatlán, confundido, aturdido, tranquilo, aunque éste último adjetivo parezca no tener cabida, lo cierto es que la gramática poca relación tiene con las sensaciones del hombre. Al día siguiente lo dejamos reposando a un lado de la capilla del panteón, en la misma fosa de su madre. Si lo buscas, encontrarás un lecho humilde, a su manera, de tierra, y sin más ornamentos que algunas flores.</span>Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-73140349138077163992014-06-27T05:29:00.001-05:002015-08-02T19:16:19.534-05:00Tu beso de lluvia ácida, propio de esta era protonueclar, mis libros sobre el suelo de una habitación de tres por 1.5 metros, como civiles desmembrados por la metralla de un coche bomba, el dolor en la boca del orgullo tras el apasionado cataclismo y los balbuceos de un amor que existió acaso en la mitología de las borracheras después del luto. En un rincón, oculto, nos miraba y se reía el sillón recogido en una avenida, el segundo nivel de la litera donde solía leer con renovados bríos, mis pequeñas pertenencias de paria, una trenza de mi cabello en la ventana que daba a la calle amplia y fresca (naturalez muerta y un cadáver). La ventana del estrechísimo cuarto de baño que dejaba ver un paisaje de suburbio industrial, la carencia de vecinos y la tácita permisividad al desdenfreno pasional.<br />
Ni una gota de sangre, todas las del sudor y la saliva entreverándose sobre las bocas muslos hombros abdómenes costillas vértebras coxis pubis y glúteos en completo desorden.<br />
Cierra la escena, caminas a ciegas hasta un rincón llevada de mi mano, murmuro un verso y te digo que soy el otro, y sonríes y no alcanzas a ver que ya no soy tuyo porque me estoy desmoronando sobre la calle, que jamás me recuperaré de toda la devastación, los libros mutilados por un fantasma de tu pasado, y que ya desde entonces nos estamos alejando irremediablemente pero la separación durará varios años todavía porque aún hace falta hacernos trizas, alimentar los perros rabiosos de nuestro ego y la esperanza con los restos putrefactos de una casa que nos resistimos a construir. <br />
Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-45809277733481546472014-06-27T05:27:00.001-05:002015-08-02T19:08:16.410-05:00La ciudad es una muchacha que llora. Recluido en esta casa me revuelvo como un animal hastiado de su jaula: salgo al traspatio, donde todo permanece húmedo y abandonado; el musgo ha dejado de crecer, no así el intrínseco silencio de la tarde, atronador y desolado. Algo hay de ella en el aire, algo que no sé nombrar (yo, el pupilo menos avanzado en la clase de gramática), hay algo de otros días que flota como un pez por el aire de la tarde recién bañada. En la cabeza y en la lengua se confunden pasajes de historias que se fueron y frases sabias para acomplejar incautos, pero fuera de todo ello, la orfandad de palabras para nombrar con quirúrgica exactitud esto que me crece desde el fondo de la viscera. Soy, otra vez, la carne mosqueándose sobre la mesa, el agua decantándose entre las grieta, el espejo reflejado en el espejo que lo refleja reflejándose. Empuño pocas cosas, como siempre. Como siempre, uno vuelve a ser el extraño. el que ha hecho de las partidas una constante irremediable. Esta mano que quiso empuñar como una espada la permanencia se deshace por volver a acariciar una cajetilla de rimbombantes, malichistas Lucky Strikes, y, desde luego, tu mano.<br />
Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-45583595824663536512012-03-04T14:00:00.002-06:002012-03-04T14:07:10.923-06:00Porno y huracanes<div><br /></div><div>Tus padres te criaron como a una muñeca de porcelana china, incapaz de sostenerse tras la caída, ignorantes de la fortaleza que se esconde bajo tus caderas. Creciste y un día nos descubrimos al cruzar el fuego, para entonces yo ya era lo suficientemente viejo para tener el verbo amargo en la pnta de la lengua, y en un abrazo nos fundimos como dos piezas de artillería para una guerra siempre postergada.</div><div>Tal vez miré en la dirección equivocada, o un tiro se escapó de estas manos, pero de pronto desapareciste, y contigo todos los muebles de la casa se hicieron polvo.</div><div>Afuera el viento aullaba. Ni todo el porno de los puestos piratas me salvó de los huracanes que sembró tu ausencia.</div>Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-32624832.post-40026838975534718532011-11-01T20:34:00.002-06:002011-11-01T20:36:32.020-06:00en mi interior bulleEn mi interior bulle la edad de piedra.<br />Inmisericorde pule sus aristas sobre la calma.<br /><br />Me toma de la mano.<br />No, es mejor decirlo así: me arrastra consigo<br />hasta la casa donde guardo el oro<br />y la miseria.<br />Las ratas salen a recibirnos<br />emotivas, chillonas.<br /><br />Cuánta ternura guardan sus berridos.Juvenal Sartoriushttp://www.blogger.com/profile/02441445153126924783noreply@blogger.com0